Testimonio de Ingrid Yaiza
En el año 2016 decidí viajar a España, dejando a tres de mis hijos en honduras con mis padres. Todo marchaba bien hasta que en el año 2017, mi hijo mayor de 15, lo empezaban a molestar los de la mara, obligándole hacer cosas que no eran correctas. Yo me sentía muy mal, ya que él no quería ni ir al colegio ni salir de la casa porque lo amenazaban. Yo como madre tenía que tomar una decisión lo mas pronto posible, así que decidí regresarme para Honduras en el año 2018.
En febrero 17 del 2018 viaje a Honduras dispuesta a sacar a mi hijo mayor de ahí e irnos para Estados Unidos para que él pudiera tener una mejor vida. Llegue a Honduras feliz de ver a mis hijos y demás familia nuevamente, pero también mi corazón al pensar que tenía que volver a dejarlos. No tenía a nadie que me recibiera acá en Estados Unidos, pero confiaba en Dios que Él me ayudaría a encontrar a alguien y así fue. Una amiga de una conocida de mi mamá le dijo que ella me recibiría, pero el coyote que me traería salía el 28 de de febrero; yo por sacar a mi hijo lo mas pronto posible acepté. Salí de Honduras para emprender un viaje terrible. Al llegar a México fuimos secuestrados por un cartel, no nos daban comida, nos hicieron caminar todo un día sin agua. Mi alma se rompía más al ver el sufrimiento de mi hijo, sus pies estaban llenos de espinas por los lugares donde teníamos que pasar, él dolor en sus pies ya no lo dejaba caminar y me decía: Mamá, por favor no me vaya a dejar aquí…
Gracias a Dios, un señor que venía con nosotros en el mismo grupo se lo echo al lomo y así fue como logramos avanzar. En ese camino nos humillaron, nos trataron mal, nos gritaron, y hasta nos amenazaron de muerte… gracias a Dios, el coyote pagó el dinero que pedían los secuestradores y nos liberaron. El coyote nos cruzó a frontera y dimos gracias a Dios que llegamos con bien.
Un 4 de abril, llegamos donde la persona que nos esperaba, dando gracias a Dios que se acababa el sufrimiento, pero es fue camino muy duro, solo Él con su gran poder nos ayudó a llegar con bien. Ahora mi hijo estudia, le va muy bien y es un muy buen niño, solo espero pronto poderme reunir con mis otros hijos, un día primero Dios.
Mientras espero ese día, les envío encomiendas con ropa, juguetes, zapatos y otros regalos para sentirme conectada de alguna manera a su corazón